Inserción social y renta básica

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La inserción social es un deber ético como sociedad y ninguna comunidad debería permitir que alguno de sus miembros se sienta excluido

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El ser humano es un ser social. De hecho, las civilizaciones han avanzado a lo largo de los siglos gracias a la cooperación entre los pueblos, los países y las personas. Por tanto, que un ser humano no esté integrado en su comunidad es una grave deficiencia que hay que intentar revertir por todos los medios. Así, la inserción social es un deber ético como sociedad y ninguna comunidad debería permitir que alguno de sus miembros se sienta excluido.

Qué es la inserción social

La inserción social busca que cualquier persona esté integrada dentro de una sociedad con las mismas oportunidades que el resto. Todos las personas tienen este derecho, pero hay colectivos vulnerables que, por distintas circunstancias, tienen más difícil conseguir esa inserción normalizada en la sociedad en la que viven. Son las personas que pertenecen a esos colectivos a las que más hay que proteger y ayudar.

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Los jornaleros son uno de los colectivos más vulnerables

Colectivos en riesgos de exclusión

Existen diferentes causas que provocan la exclusión social:

  • Pobreza. Las personas que no consiguen dinero suficiente para cubrir las necesidades básicas y los derechos fundamentales (alimento, alojamiento, educación, sanidad…) pueden acabar fuera de la sociedad. En especial, el sinhogarismo es uno de los mayores peligros a los que se enfrentan las personas pobres, ya que, sin una casa donde dormir y asearse, la vida diaria se complica sobremanera y resulta difícil encontrar un trabajo que ayude a salir de la terrible e indeseada situación. Se entra, entonces, en una espiral de la que es casi imposible escapar sin ayuda, ya sea del círculo de amistades y familia o de las administraciones e instituciones de ayuda social. 

  • Inmigración. La falta de una regularización legal o el desconocimiento del idioma y la cultura del país de acogida son dos de los grandes problemas a los que se enfrentan muchos inmigrantes.

  • Discapacitados. Sufrir una discapacidad física o mental dificulta la integración en la sociedad al mismo nivel que el resto de personas. En este caso, es tarea de todos evitar su aislamiento y facilitar su autonomía, aceptándolos y tratándolos como a uno más. 

  • Mujeres. Aunque en Europa y los países más desarrollados la igualdad entre hombres y mujeres está cada vez más cerca, siguen produciéndose diferencias de trato y comportamientos machistas que pueden dejar a las mujeres a un paso de la exclusión en la sociedad.

  • Jóvenes. Aunque este no es uno de los colectivos que tradicionalmente se asocia con la exclusión, muchos estudios señalan que los jóvenes con edades comprendidas entre los 16 y los 29 años tienen un riesgo mucho mayor de exclusión que el resto de grupos de edad. Además, el porcentaje de este colectivo en riesgo de exclusión aumenta cada año. Algunas de las causas de esta situación son el alto paro juvenil, los problemas de salud mental, las adicciones y la falta de ayudas sociales. 

  • Expresidiarios. Haber pasado por la cárcel habiendo cumplido la pena no significa que, al salir, la vida para los exreclusos sea igual de fácil que para las personas que no han estado recluidas. Todo lo contrario: se enfrentan a un rechazo por el estigma social que conlleva su situación y con el peligro de no tener otra salida que reincidir en algún delito.

Qué pueden hacer las administraciones para ayudar a los más desfavorecidos

Los poderes públicos tienen la obligación de facilitar la integración social, especialmente a los colectivos más vulnerables mencionados en el apartado anterior. Para ello, pueden desarrollar diversas estrategias políticas:

  • Educación. Para adaptarse a un nuevo entorno social, conocer el idioma es indispensable. Además, también es conveniente conocer la cultura local y las costumbres de esa sociedad.

  • Protección. A colectivos especialmente vulnerables, como a jóvenes y niños, se les debe prestar una protección especial para que no sean explotados, además de ofrecerles una educación de calidad para que tengan las mismas oportunidades que cualquier otro miembro de la sociedad.

  • Empleo. Toda persona necesita un ingreso mínimo para vivir y, por tanto, un trabajo. Los gobiernos y administraciones locales deben tratar de crear puestos de trabajo para los colectivos en riesgo de exclusión.

  • Ingreso mínimo. Pocos países llegan a conseguir el pleno empleo y siempre existirá un porcentaje de la población en paro. Los colectivos vulnerables suelen tener altas tasas de paro y carecer de una red familiar y social en la que apoyarse hasta que vuelven a encontrar trabajo. El Estado debe proporcionar a estas personas un ingreso mínimo para que puedan cubrir sus necesidades básicas. De este modo, se facilita que puedan seguir buscando trabajo en condiciones justas.

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Infografía: insercion social

Diferencia entre ingreso mínimo vital y renta básica

Este tipo de ayudas, aunque similares y un objetivo parecido, son diferentes. 

El ingreso mínimo vital requiere una serie de condiciones, como haber estado desempleado durante un largo periodo de tiempo, tener hijos a cargo, ser mujer maltratada, encontrarse en situación de emergencia social, etc.

En cambio, la renta básica universal, como el propio término indica, se ofrecería a cualquier persona que no tuviera ingresos, sin importar ninguna otra variable. Es la cantidad mínima que necesita cualquier persona para comer, vestirse y tener un sitio donde vivir. En otras palabras, una vida digna.

Beneficios de una correcta política de inserción social

Conseguir una inserción social beneficia no solo a los propios colectivos vulnerables, sino también a la sociedad en su conjunto:

  • Justicia social. Ninguna sociedad puede considerarse sana si una buena parte de sus miembros se encuentran en situación de pobreza. Un país con un alto porcentaje de personas sin hogar no es un país rico, es un país injusto e insensible ante las necesidades y el dolor humanos. 

  • Bajas tasas de delincuencia. La necesidad y una gran diferencia de dinero entre distintos grupos de una sociedad provoca altas tasas de delincuencia. Por tanto, una sociedad en la que la mayoría de sus miembros cuenta con los ingresos suficientes para llevar una vida digna y con mínimas diferencias económicas presentan menores tasas de delitos como robos o asaltos y es una sociedad segura. 

  • Cooperación. La inserción social se lleva a cabo gracias a la colaboración de todos. La integración de personas vulnerables produce empatía entre la gente que se relaciona con ellas. La cooperación es una de las bases para mejorar como sociedad.

Los gobiernos, las empresas y las instituciones deben trabajar coordinadamente para conseguir la inserción social de todos y cada uno de los miembros de la sociedad, no solo por justicia, sino también como una forma de buscar un mundo más justo y solidario.

 

David Sanz


Fuentes